El foco de atención de los medios convencionales y de las redes sociales ha estado puesto en el hundimiento de la consulta popular en el Senado de la República. A pesar de que se sabía que el pulso estaba muy ajustado, el resultado de la votación tomó por sorpresa al gobierno y su bancada, así como a la oposición.
Se han expuesto diversas hipótesis para explicar el resultado. Que el ministro Benedetti se paseaba por el recinto seguro del triunfo con aire de prepotencia, actitud que molestó a muchos. Que el Pacto Histórico pagó el precio de haber incluido en sus listas a personas inexpertas que no conocen el funcionamiento del Congreso. Que la oposición y los independientes entendieron que la consulta era el pretexto para adelantar la campaña política de los partidos de gobierno y financiarla con sumas astronómicas de recursos públicos. Que ante el enorme déficit fiscal que impide atender necesidades básicas de la población vulnerable, era un despropósito gastarse el billón de pesos que costaba la consulta. Que las preguntas eran tendenciosas y no iban a pasar el filtro de la Corte Constitucional. Que en el Congreso está radicado otro proyecto del partido Liberal con sólo dos artículos que devuelven al trabajador beneficios recortados en el 2004 y para el cual el gobierno envió mensaje de urgencia hace varias semanas. Por último, estaba pendiente de resolver la apelación presentada por el senador santandereano Fabián Díaz para retomar la reforma hundida en la comisión séptima y radicarla para continuar su trámite en otra comisión.
Tal vez fue este último argumento el que animó a varios congresistas indecisos a decir NO a la consulta para que el Congreso retomara su competencia constitucional para legislar. Si bien durante más de un año de discusiones el gobierno en ningún momento estuvo dispuesto a negociar, conciliar o transigir sobre el proyecto de reforma hundido, hoy se presenta una gran oportunidad para construir una reforma laboral que le sirva de verdad a los trabajadores, a las empresas y al país. Los parlamentarios deben trabajar con dedicación, seriedad y una alta dosis de patriotismo, como lo ha prometido la senadora Angélica Lozano. Se realizarán audiencias para escuchar a las partes y se buscará presentar una ponencia que genere consensos. No hay tiempo para más polarización, es la hora de los acuerdos para lograr una ley razonable dentro de lo posible. El mensaje es claro: un poder, en este caso el Ejecutivo, no puede usar una figura legal y constitucional como es la consulta popular para desconocer la decisión de otro poder (el Legislativo). La separación de poderes, pilar fundamental de la democracia, se debe respetar.
Martha Pinto De Hart Pinto De Hart
