Educación, sabiduría y el bien común

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Asistimos a un nivel de individualismo inusitado que nos hace más vulnerables frente a las amenazas contemporáneas. En buena parte del mundo, la educación se ha pauperizado, no obstante que la cobertura haya sido incrementada.

Así como se ha concentrado la riqueza se ha concentrado el conocimiento. La población, inundada de datos, distracciones y desinformación, ha reducido su capacidad de pensamiento crítico y autónomo. Amputada la autonomía del pensamiento, se dificulta en alto grado, construir el edificio de la dignidad moral, que nos permita contribuir a la transformación ética de nuestras sociedades, en orden a priorizar el bien común.

Una cara de la moneda es la discapacidad creada en las masas, y la otra cara, una élite que acumula conocimientos de alta calidad, sin añadir valor social, pues privilegia la sumatoria de saberes sin acompañarlos de una armonización con el ser, anulando el pensamiento empático, al tiempo que suma fobias, entre ellas, la aporofobia.

La humanidad no sobrevivirá a si misma si carece de sabiduría, y ésta no se encuentra en la mera acumulación de conocimientos. Hay quienes pensamos que es necesario el respaldo de la consciencia universal, dado que cada uno de nosotros tan solo es un pedazo infinitamente pequeño de un todo que actúa como tal, reaccionando cuando alguna de sus partes afecta al resto. Somos seres efímeros y mortales como hace tiempo lejano lo dijera Homero. Debemos ser conscientes que nuestras mentes han sido asaltadas. El modelo de dominación que han denominado como neoesclavista solo es viable en la medida que trastoque la forma como construimos la realidad. Necesitamos comprender que ella se constituye con polos contrarios de lo mismo, así como el ocaso inicia el proceso que concluye con el alba.

Deberíamos aceptar que la vida transcurre en ciclos y con ritmo pendular; que toda causa conlleva un efecto, que hay tecnologías que pone a nuestros cerebros en frecuencias bajas que impiden construir la armonía. También debemos saber que no tenemos la capacidad de comprenderlo todo, ni tener todas las respuestas a nuestras preguntas necesarias, y que hay que afrontar las circunstancias comprendiéndolas, no forzándolas, pero sí respondiendo con acciones morales y sociales, respetando la libertad de pensamiento, única forma de construir una consciencia colectiva por el bien común, pues, al fin y al cabo, todos somos responsables de todos, como bien lo dijera Juan Pablo II.

PS: Repudio total al atentado al senador Miguel Uribe tanto como al asesinato del concejal Espinosa, mientras se movilizaba en su silla de ruedas por San José de Cuerquia.

Jaime Calderón Herrera

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