El imponente paisaje del Cañón del Chicamocha es un gran monumento natural, símbolo de nuestra identidad regional y nacional. Es una “ventana espacio-temporal” de la litosfera terrestre, desde la cual podemos mirar hacia el pasado de nuestro planeta. Es un escenario que estimula nuestra innata curiosidad, impulsándonos a indagar y reflexionar ampliamente sobre aspectos trascendentales de la vida y sobre nuestra realidad en general. ¿Cómo y cuándo se formó nuestro planeta?; ¿Cuándo y cómo emergió la vida en la Tierra?; ¿Cómo y cuándo se formaron las diferentes rocas y fósiles que vemos en el imponente paisaje del Cañón del Chicamocha?; ¿De dónde y cuando llegaron a esta región los primeros humanos?; ¿Qué procesos formaron este imponente paisaje terrestre?; ¿Qué genera tantos temblores en esta región?; ¿Qué aspecto tendrá este paisaje en el futuro (en décadas, siglos, milenios o millones de años)?; ¿Por cuánto más tiempo será habitable este territorio y nuestro planeta en general?; ¿Qué podemos aprender del pasado terrestre, de cara a garantizar el futuro de la vida?. Estas y otras múltiples preguntas suelen emerger cuando contemplamos y escudriñamos la belleza, la magnificencia y los misterios que guarda este inspirador paraje, desafiando así nuestra capacidad de discernimiento y acción.
En el argot de la comunidad geológica se suele decir que la Tierra escribe su historia con una mano y borra con la otra. Algunos registros de nuestra historia geológica se preservan, pero también muchos otros han sido obliterados por procesos naturales, y a veces también por actividades humanas (consciente- o inconscientemente). Para evitar esto último, debemos esforzarnos por reconocer y comprender la riqueza abiótica, biótica y cultural del Cañón del Chicamocha, para así lograr cristalizar la enseñanza del conocido aforismo popular que versa: “solo se protege lo que se ama y solo se ama lo que se conoce”. En el pasado épico del Cañón del Chicamocha está escrita una parte de nuestro futuro, de ahí la necesidad de seguir generando más conocimiento, más divulgación científica en todos los grupos etarios de la población, y por supuesto más compromiso colectivo con la conservación, y con la promoción de su patrimonio natural y cultural. En ese enfoque referido, ‘un pasado con futuro’, hay un gran catalizador de nuevas dinámicas sociales y económicas para el beneficio de las comunidades y la región en general.
Luis Carlos Mantilla Figueroa en colaboración con Clara Isabel López G.