Regresé de la “Marcha del Silencio” en Bucaramanga, con gran satisfacción y verdaderamente impresionada por la multitud que hizo presencia en una manifestación espontánea, sin propaganda política alguna, sin buses ni gente pagados, simplemente pueblo de todos los colores y estratos, que vive una realidad agobiante y que hoy quiso decirle al Gobierno Nacional que está cansado de la violencia, de la inseguridad y del temor diario de que en cualquier momento un grupo guerrillero se adueñe de su entorno sin que nadie los defienda. Lo ocurrido en nuestra ciudad con estas expresiones masivas se evidenció a lo largo y ancho del país.
La movilización fue organizada alrededor de la solidaridad por la recuperación del Senador Miguel Uribe, víctima de un atentado que se está investigando, con la esperanza que todos tenemos de una muy próxima identificación de los responsables y determinadores de tan repudiable acto criminal.
Pero sin duda, lo que pude observar fue el reclamo por el bajo ejercicio del poder Presidencial para mejorar las condiciones de nuestro País, antes que dedicarse a promover campañas con fines abiertamente proselitistas, como lo ha venido haciendo Petro, lo cual es participación en política electoral, que le está caramente prohibido a cualquier empleado público y más aun al Presidente de le República. También, al igual que por estos días, se oyeron los rechazos a los intentos repudiables del gobierno por ignorar la división de poderes, principio esencial de nuestra democracia.
Sin embargo, las expresiones de los asistentes también evidenciaron una clara voluntad de unión ante los problemas que nos afectan . Los colombianos queremos vivir en paz, trabajar tranquilos sin miedos ni odios, deseamos superar la polarización, avanzar como sociedad y por eso reclamamos de quienes ostentan el poder acoger las expresiones populares que demandan progreso y rechazan la destrucción de cuanto hemos logrado.
Como muchas veces suele suceder, de eventos negativos graves surgen cosas positivas buenas y además, como en tantas ocasiones se oye: “el pueblo unido, jamás será vencido”. Ojalá las fervorosas oraciones por la recuperación de Miguel, logren no sólo ese milagro, sino el de la unión de los colombianos para alcanzar también la salud de la Nación.
Cecilia Reyes de León
