Dónde está mi tienda

Hasta hace muy poco tiempo, las tiendas de barrio asumían al menos el 60% de todas las ventas al por menor de los artículos de primera necesidad. Hoy la competencia con Ísimo de la cadena Olímpica de los Char, o con ARA o D1 u Oxxo, amenazan la supervivencia de estos espacios de socialización, construcción y fortalecimiento del tejido social mediante creación de confianza, solidaridad, cuidado mutuo y ejemplo de resiliencia.

 La estructura financiera de las cadenas comerciales mencionadas, desde el punto de vista meramente económico,  compite de manera desigual con tiendas y misceláneas de barrio, pues su apalancamiento financiero, sus compras al por mayor, la automatización de sus organizaciones, la contratación de sus trabajadores afincada en la ley 722 de 2002, que restringió los derechos laborales y flexibilizó la contratación, hace inviable el negocio de nuestras tiendas, a no ser porque éstas se adaptan de manera personalizada a las necesidades de sus vecinos, son verdaderos clubes de conversación, tejen economía de subsistencia (venden una cucharada de aceite de cocina, por ejemplo), apoyan las necesidades cotidianas de sus “veci” y funcionan como sitio de intercambio de opiniones y acrisolamiento de experiencias.

Es justo reconocer que antes de la invasión de las cadenas, ha habido esfuerzos -insuficientes-de la Cámara de Comercio para fortalecer las capacidades administrativas y tecnológicas de estos negocios. Pero ser tendero requiere de una vocación de servicio, un esfuerzo físico y sicológico más allá del incentivo económico. Los gremios, en especial Fenalco, usando su cercanía con los medios afines, se ha dedicado a engañar sin vergüenza, difundiendo que la crisis de las tiendas obedece al impuesto a las bebidas azucaradas y a los productos de paquetes, que son comestibles más nunca alimentos, enferman, son adictivos y generan grandes negocios. Las empresas de bebidas azucaradas capturan al tendero con un letrero y una nevera de tecnología anacrónica e ineficiente, consumidora de cantidades enormes de energía, cuyo costo asume el tendero, mermando las exigüas ganancias, todo para exigirles la exclusividad de sus productos. Las tiendas de barrio sobrevivirán, pero si Fenalco, las Cámaras de Comercio y los gobiernos locales quisieran ayudarles , deben empezar por subsidiar e implementar los paneles solares, dado que el costo de energía pesa demasiado en su estructura de costos, complementando con centros públicos de abastecimiento, al estilo del antiguo Idema, que abastezca estos negocios  a precios sin intermediación y haga préstamos exclusivos  en producto, equivalentes a la venta de dos días, garantizando la disponibilidad de los mismos a todos los tenderos responsables. El sentido de comunidad, que ofrecen las tiendas, debe prevalecer sobre cualquier otra consideración.

Jaime Calderón Herrera

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One thought on “Dónde está mi tienda

  1. Los alcaldes deberian tomar conciencia de los miles de hogares de estrato medio y popular que viven de las tradicionalmente conocidad cono “las tiendas de la esquina”, que desde hace cientos de años eran la normal comercialización de los productos familiares y se encuentran ahora totalmente desprotegidas y ahogadas por las grandes cadenas de comercio, que lógicamente pueden tener mucha más publicidad, imagen y competir con precios y casi todos sus empleados del precario salarimo minimo mensual legal y muchos con contratratos poco ortodoxos.

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